miércoles, 26 de agosto de 2015

La constricción durante el abrazo mortal de las serpientes, no mata por asfixia.

Conejos descansando  Hace algún tiempo pude comprobar en campo abierto, durante una breve excursión, cómo una serpiente capturaba un gazapo en su conejera. Mientras caminaba hacia la laguna temporal a la que me dirigía a observar aves acuáticas, especialmente fumarel cariblanco, sin querer asusté a unos pequeños conejos que se escondían entre el seco matorral. Ya era media tarde, y el calor aun se sentía bastante fuerte. Los gazapos, por el miedo que les causé involuntariamente, se dirigieron a toda velocidad a sus guaridas, en una de las cuales resulta que se había escondido un poderoso depredador del bosque y matorral mediterráneo al que no se le presta la suficiente atención, probablemente debido a sus hábitos esquivos, una culebra bastarda (Malpolon monspessulanus). Digamos que el conejito prácticamente se metió el sólo en la boca de su cazador, la táctica de acechar da muy buenos resultados a estos poderosos reptiles. Pude oír los últimos grititos del infortunado lagomorfo mientras observaba cómo estrujaba con su alargado cuerpo a su víctima mientras la dejaba sin vida. Después me fui a ver las aves como tenía programado y a la vuelta volví a pasar por el lugar en el que se produjo la captura. Allí estaba, bien desparramada, mediría un par de metros de longitud, estaba a la sombra de un arbolito engullendo lentamente el conejo, desencajando la mandíbula para poder tragárselo. Me miraba como diciendo, sino me vas a comer sigo comiendo, porque en ese momento el reptil estaba completamente expuesto e indefenso. El caso es que como me gusta dejar tranquilos a los animales en su hábitat, tan sólo le saqué unas fotos de baja calidad con el móvil, eso si, y me volví a casa fascinado.
  El modo mediante el que estos ofidios matan a sus presas es inoculándoles veneno con los colmillos posteriores (opistoglifos). Sin embargo, ante una presa tan grande como el conejo eso es insuficiente y además tienen que sujetarla fuertemente rodeándola con su cuerpo, aunque sin recurrir a la constricción, en contra de lo que pueda parecer a simple vista como si hacen algunas especies que emplean las dos técnicas de caza, variando en función de la presa. Esto de la constricción lo comento porque curiosamente, no funciona como parece porque las presas capturadas por constricción no mueren por rotura de huesos o por asfixia, sino porque la serpiente mediante su abrazo mortal corta la circulación sanguínea. La muerte así es bastante rápida, esto ha sido comprobado y medido claramente en diferentes experimentos en las últimas décadas por diferentes herpetólogos. En uno de los últimos trabajos sobre el tema se han utilizado corredoras negras (Coluber constrictor) y ratas a las que se les colocan sensores que miden componentes sanguíneos y presión sanguínea mientras son atacadas por la serpiente. Mediante estos trabajos se ha observado que a los 6 segundos de iniciarse el mortal abrazo, la presión arterial disminuye hasta la mitad, el ritmo cardiaco se vuelve irregular, los niveles de potasio aumentan hasta niveles peligrosísimos y a la vez se comprueba que los niveles de oxígeno no disminuyen a los niveles esperados en caso de asfixia. En fin, la naturaleza siempre resulta sorprendente y muchas veces las cosas no parecen lo que son.



  Un saludo













Referencias:


- Hardy, David L. (1994). A re-evaluation of suffocation as the cause of death during constriction by snakes. Herpetological Review 229:45-47.


- The Truth Behind a Snake’s Deadly Embrace. James Gorman (2015).
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