A algunos colegas cuando oyen hablar bien de Lamarck se les revuelve algo por dentro, y no es para menos, hay muchos motivos para que les ocurra esto. En algunos casos es simplemente por darle a Dawkins más importancia de la que se merece, en otros es sólo por haber aprendido desde la enseñanza media que Lamarck es el prototipo de científico famoso por plantear una teoría completamente descabellada y ridícula, en otros es por la forma en que uno de los más famosos lamarckistas de la historia: Trofim Lysenko apoyado por la URSS, combatió sin éxito la genética de Mendel y la teoría de la evolución de Darwin. Por todo esto y por otras cosas el neolamarckismo ha sido considerado una corriente teórica marginal dentro de la biología, que curiosamente en España tiene bastantes apoyos.
Por cierto, resulta llamativo que los defensores a ultranza del darwinismo obvian que Darwin admitía la herencia de los caracteres adquiridos, vamos que era lamarckista. No así la teoría evolutiva de Darwin-Wallace y menos aún el neodarwinismo, pero después de que científicos como Dawkins hayan sido más papista que el Papa (en este caso Darwin) ahora resulta que hay que hacer un sitio dentro de la ortodoxia al neolamarckismo. Esto es similar a cuando, gracias a Margulis, se tuvo que hacer sitio en la ortodoxia a los primeros defensores de la endosimbiosis: Andreas F.W. Schimper (1883), Richard Altmann (1894) y Konstantin Mereschkovsy (1909).
Aunque desde que en 1809 Jean Baptiste Lamarck planteó su teoría se han hecho todo tipo de experimentos y observaciones más o menos intrigantes, como las relacionadas con la herencia de la obesidad, hasta ahora no había nada concluyente. Y cuando, precisamente ahora, parecía que el lamarckismo pasaba por sus horas más bajas resulta que por primera vez, gracias a un impecable trabajo de Oded Rechavi y sus colaboradores, bajo la dirección de Oliver Hobert del Centro médico de la Universidad de Columbia en Nueva York (USA), esto ha cambiado. El estudio acaba de publicarse nada menos que en la revista Cell. Los científicos han demostrado que los gusanos
Caenorhabditis elegans, después de desarrollar resistencia al virus RNA “flock house” (FHV), transmiten a su descendencia este rasgo adquirido.
Pero ¿ cómo se transmite esta inmunidad ?
La respuesta es que se hace en forma de viRNA, pequeños agentes silenciadores de virus.
Ya se hipotetizaba que el RNA de interferencia (iRNA) podría estar implicado en la herencia de caracteres adquiridos porque este peculiar RNA funciona interfiriendo y destruyendo el mRNA ( el RNA mensajero que lleva la información codificada en un gen al ribosoma para ser traducida a una proteína), pero si este mensajero, el mRNA resulta destruido por el camino por secuencias muy específicas de iRNA,
interferentes, finalmente la expresión del gen resulta bloqueada. El ARNi forma parte de la respuesta inmune a las infecciones víricas tanto en plantas como en animales. Puede desencadenar su actividad por dsRNA; esto es, RNA de doble hebra que no se encuentra en células sanas, por ejemplo, cuando un virus infecta una célula el dsRNA es troceado por la maquinaria celular de iRNA para encontrar mRNA con el que se empareja inactivando su expresión. Lo curioso es que el silenciado de un gen no sólo se produce en los animales tratados sino también en sus hijos. Este fenómeno ya se conocía pero no se sabía bien si se heredaba el RNA, si se producían cambios en el genoma, o cuál era la causa. Pues bien, Rechavi
infectó gusanos de
C. elegans con el virus FHV, y después crió a sus descendientes y comprobó que aunque no se activase su maquinaria iRNA empleando gusanos deficientes, sin embargo, seguían siendo resistentes. Por supuesto, se aseguraron que no había mutaciones genéticas que proporcionasen la resistencia.
Después de más de cien generaciones continuaba la resistencia, la conclusión es que la capacidad de defenderse de los virus pasa de generación en generación a través de viRNA, pequeñas moléculas de RNA de interferencia viral. Evidentemente la herencia lamarckiana proporciona una notable ventaja adaptativa a los descendientes. Y las implicaciones terapéuticas que este descubrimiento puede tener para la salud humana son muy importantes.
Un saludo
Referencias:
Transgenerational Inheritance of an Acquired Small RNA-Based Antiviral Response in C. elegans
Oded Rechavi, Gregory Minavich and Oliver Hobert
Cell, Volume 147, Issue 6, 1248-1256, 23 November 2011
Acquired Traits Can Be Inherited via Small RNAs
Published: December 5, 2011
Wake up, Lysenko, Tell Lamarckists the News
Nota: esta entrada participa en el
VIII carnaval de Biología organizado por el blog "
Resistencia Numantina"