Al conocer que se han descubierto dos criaturas marinas capaces de cambiar bruscamente su color de transparente a marrón rojizo, me acordé inmediatamente de la conocida frase hecha: “la carne de burro no es transparente”, porque resulta que una especie de pulpo y otra de calamar además de ser transparentes, poseen un camuflaje que se adapta perfectamente a las cambiantes condiciones de luz de las profundidades oceánicas. En ambos casos su carne es transparente según sean las condiciones lumínicas. Estas especies no son las primeras sobre las que sepamos que sean transparentes porque es de sobra conocido que hay muchas otras como los calamares vidrio, género Leachia que son tan transparentes que permiten difundir la luz solar que pasa a través de su cuerpo desde arriba. Y hay muchas más, como puede verse en este video.
Lo interesante de estas dos sorprendentes especies es que su piel reacciona a la escasa luz disponible en el fondo del mar, dónde muchos depredadores generan luz para buscar a sus presas volviéndose coloreadas o transparentes según las circunstancias.
Sarah Zylinski y Sönke Johnsen dela Universidad de Duke en Carolina del Norte (EE.UU.), han publicado este descubrimiento en la revista “Current Biology”. Indican que este peculiar camuflaje conmuta tan rápido que permite a los animales ocultarse mucho más eficazmente en el medio marino tan sombrío en el que habitan.
Cuando la luz del sol difunde de manera uniforme a través del agua, pasa a través de los animales transparentes que de este modo se vuelven prácticamente invisibles, aunque este don de la invisibilidad desaparece en cuanto reciben luz, de ahí que muchos depredadores de estas profundidades para capturar a sus presas encienden su propia luz gracias a la bioluminiscencia emitida por los fotóforos gracias a la que pueden ver las siluetas de los animales transparentes.
A600 m . de profundidad ya no llega la luz del sol, lo que hace enormemente difícil capturar presas. Es a estos niveles batimétricos que van desde los 600 a los 1000 m de profundidad, en la zona mesopelágica inferior, dónde nos encontramos al pulpo, Japetella heathi y al calamar, Onychoteuthis banksii, pero claro resulta que ese es también el hábitat de los depredadores que recurren a la bioluminiscencia, ante eso lo mejor es oscurecerse, justo lo que consiguen estos cefalópodos.
Sin embargo, tampoco esto sirve para detectar a estos dos artistas del camuflaje. Los científicos estaban tan intrigados que decidieron examinar a los animales de cerca, en su medio situado en fosas oceánicas del océano Pacífico. Mediante redes especiales que mantenían el agua fría de las profundidades pudieron observar el comportamiento de estos animales en el buque oceanográfico. Se probó el camuflaje de los animales, haciendo brillar una luz azul sobre ellos, el Dr. Zylisnki comenta que "Lo realmente sorprendente fue la rapidez de su respuesta". En cuanto reciben la luz dejan de ser transparentes para volverse pardos. La piel de estos animales tan sensibles a la luz contiene una células llamadas cromatóforos, repletas de pigmentos. Cuando estos cromatóforos detectan la luz azul que emiten los órganos bioluminiscentes de los depredadores inmediatamente se expanden, tiñéndose el animal de color marrón oscuro.
En este hábitat un buen camuflaje como este es una gran ventaja para evitar ser comido porque por si solo, ni ser transparente ni pigmentado es una solución completa ante las estrategias de caza empleadas por los depredadores.
Resulta llamativo lo diferente que es la vida en estos lugares tan alejados de los ambientes en los que nos movemos habitualmente los humanos, para nosotros la transparencia y la invisibilidad prácticamente son temas de ciencia ficción, pero la realidad supera la ficción y se trata de algo habitual en estos ambientes mesopelágicos.
Lo interesante de estas dos sorprendentes especies es que su piel reacciona a la escasa luz disponible en el fondo del mar, dónde muchos depredadores generan luz para buscar a sus presas volviéndose coloreadas o transparentes según las circunstancias.
Sarah Zylinski y Sönke Johnsen de
Cuando la luz del sol difunde de manera uniforme a través del agua, pasa a través de los animales transparentes que de este modo se vuelven prácticamente invisibles, aunque este don de la invisibilidad desaparece en cuanto reciben luz, de ahí que muchos depredadores de estas profundidades para capturar a sus presas encienden su propia luz gracias a la bioluminiscencia emitida por los fotóforos gracias a la que pueden ver las siluetas de los animales transparentes.
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Sin embargo, tampoco esto sirve para detectar a estos dos artistas del camuflaje. Los científicos estaban tan intrigados que decidieron examinar a los animales de cerca, en su medio situado en fosas oceánicas del océano Pacífico. Mediante redes especiales que mantenían el agua fría de las profundidades pudieron observar el comportamiento de estos animales en el buque oceanográfico. Se probó el camuflaje de los animales, haciendo brillar una luz azul sobre ellos, el Dr. Zylisnki comenta que "Lo realmente sorprendente fue la rapidez de su respuesta". En cuanto reciben la luz dejan de ser transparentes para volverse pardos. La piel de estos animales tan sensibles a la luz contiene una células llamadas cromatóforos, repletas de pigmentos. Cuando estos cromatóforos detectan la luz azul que emiten los órganos bioluminiscentes de los depredadores inmediatamente se expanden, tiñéndose el animal de color marrón oscuro.
En este hábitat un buen camuflaje como este es una gran ventaja para evitar ser comido porque por si solo, ni ser transparente ni pigmentado es una solución completa ante las estrategias de caza empleadas por los depredadores.
Resulta llamativo lo diferente que es la vida en estos lugares tan alejados de los ambientes en los que nos movemos habitualmente los humanos, para nosotros la transparencia y la invisibilidad prácticamente son temas de ciencia ficción, pero la realidad supera la ficción y se trata de algo habitual en estos ambientes mesopelágicos.
Un saludo
Referencias:
- Sarah Zylinski & Sönke Johnsen, “Mesopelagic cephalopods switch between transparency and pigmentation to optimize camouflage in the deep”, Current biology, 10 November 2011
- Squid and octopus switch on camouflage, Victoria Gill, BBC Nature
Esta entrada participa en el VII carnaval de biología albergado en el blog “Curiosidades de la microbiología”.
Además de ser animales de profundidades donde queda mucho por descubrir, es que el mundo de los cefalópodos no deja de darnos sorpresas y su capacidad para cambiar de color a gran velocodad es impresionante.
ResponderEliminarHola Jesús
ResponderEliminarEs cierto, cuando se agarra un pulpo costero con la mano se producen en su piel cambios de color muy llamativos que supongo tienen que ver con su ánimo afectado por el estrés.
Un saludo
Muy buena entrada. Yo si hay un sueño que tengo sería dar una órbita a la Tierra y el otro bajar en un batiscafo a una llanura abisal, y si sólo pudiera elegir uno, elegiría el segundo. Recuerdo que el bicho de "Alien el 8º pasajero" es una copia gigante de un invertebrado descubierto en el cañon de Monterrey en las costas de california que vive a 900 metros de profundidad. Con lo que cabe pensar que la naturaleza supera con mucho nuestra imaginación.
ResponderEliminarHola Juan José
ResponderEliminarLo del batiscafo tiene que ser la bomba, desde luego, yo si pudiera elegir visitaría esas fumarolas de aguas hidrotermales en las que la vida se mantiene gracias a la actividad quimiosintética. Algunas de las hipótesis que parecen más factibles para explicar el origen de la vida apuntan a que sería en ambientes de ese tipo.
Un saludo
A mí me gustaría que las garras del ser humano no llegaran a las profundidades abisales. Salvo las cámaras de fotos para que podamos deleitarnos con la enorme y rica diversidad de formas de vida del planeta.
ResponderEliminarMe congratula saber que en la naturaleza hay animales verdaderamente transparentes, algo completamente inalcanzable para nuestros políticos.
Muy interesante como siempre Pedro.
Saludos.
Pedro, lo de bajar al abismo Challenger, aunque sólo sea para ver el lodo del fondo, sería la repera. Muchas veces recuerdo cuando navegué en el mar de Flores, con los fondos a 3.000 metros, que comiendo un muslo de pollo, tiré el hueso al mar ¿habría llegado al fondo?.
ResponderEliminarHola Javier
ResponderEliminarNo creo que el ser humano pueda hacer gran cosa a esas profundidades, por suerte para los raros ecosistemas que albergan.
Efectivamente los políticos y la transparencia están completamente reñidos, je, je.
Un saludo
Hola Juan José
No estoy seguro, pero ese sitio que comentas debe haber recibido menos visitas que la Luna.
No conozco Indonesia, debe ser precioso y lleno de contrastes con tantísimas islas.
Un saludo