A veces te cruzas, casi sin querer, con algún animal cuyo comportamiento misterioso te deja intrigado durante años hasta que llegado el momento lees o ves algo con lo que empezar a atar cabos. Me ocurrió esto con una gallarda ave que conocí durante un viaje a Bolivia.
Parque jurásico
En la película de Steven Spielberg basada en el bestseller de Ciencia ficción, con el mismo título de Michael Crichton, uno de los dinosaurios que recibía más protagonismo era el velociraptor, un temible depredador que en la película cazaba en manada atacando a todo quisqui con su enorme garra, la garra es inolvidable aunque luego se ha discutido mucho sobre si la usaban para cazar, etc. en todo caso no cabe duda que la película desató una desbordante pasión hacia todo lo relacionado con los grandes reptiles.
Esta cinta también es inolvidable por algunas escenas, como cuando Ian Malcom (Jeff Goldblum) dialoga con John Hammond (Richard Attemborough) y sus colaboradores:
-- John, el tipo de control al que usted aspira no es de ningún modo posible. Si algo nos ha enseñado la historia de la evolución es que la vida no puede contenerse, la vida se libera, se extiende a través de nuevos territorios y rompe las barreras dolorosamente, incluso peligrosamente, pero así es.
-- !Así es!
-- ¿Quiere decir que un grupo compuesto enteramente por animales hembra puede procrear?
-- No, quiero decir que, sencillamente, la vida se abre camino...
Dinosaurios y aves
De los restos fósiles del Velociraptor mongoliensis, sin dejar de ser fascinantes lo primero que llama la atención es que, como se comentó durante años, el animal recreado por Spielberg se parece poco al que fue en vida: era bastante menor, más ligero, etc. Se comenta que en realidad esta peculiar estrella de cine se parece algo más a Deinonychus antirrhopus, otro dromaeosauridae al igual que velocirraptor, pero de mayor tamaño y con una garra más poderosa. En todo caso parece claro que este grupo de dinosaurios estaba emparentado evolutivamente con Archaeopteryx lithographica, las primeras aves de las que se tiene constancia que empezaron a volar allá por el Jurásico. Además de estructura ósea, plumas, etc. compartían llamativos comportamientos como el de empollar los huevos en sus nidos.
América del Sur, el subcontinente de las aves
Antes de que el subcontinente sudamericano se uniese al norteamericano, las pirámides tróficas de aquellas extraordinarias tierras no estaban dominadas por grandes mamíferos como ocurre actualmente, sino por enormes aves. Destacaban entre otras los forusrácidos (Phorusrhacidae), una familia extinta de aves conocida popularmente como las aves del terror porque sus especies de mayores dimensiones eran los depredadores más temibles de su época:
- Phorusrhacos longissimus, medía dos metros y medio de alto
- Brontornis burmeisteri, medía 2,80 m
- Kelenken guillermoi, medía 3 metros de altura
- Paraphysornis brasiliensis, medía 2 m de altura
- etc.
No eran voladoras y al parecer, entre otros usos, empleaban sus alas para voltear a sus presas ya que su muñeca era algo rígida y no podían emplearla como el resto de aves. Vivieron durante el Mioceno y la mayor parte de los restos fósiles se han hallado en el sur de Argentina.
Como ya adelantó Alfred R. Wallace, padre de la biogeografía y coautor de la teoría de la evolución mediante selección natural junto con Charles Darwin, después de formarse el istmo de Panamá comenzó un intercambio de especies entre el norte y el sur. Una de las especies más grandes que pasó del sur al norte fueron los antepasados de Titanis walleri, que habitó en Florida y la costa de Texas (USA) donde durante un tiempo se estableció en lo más alto de la pirámide trófica sembrando el terror entre los grandes mamíferos que se vieron obligados a competir con semejante máquina de cazar.
Orden cariamidae y de nuevo la garra
En contra de lo que pudiera parecer aun quedan aves emparentadas con las aves del terror. En América del sur habitan unas aves carnívoras que se alimentan preferentemente de insectos y reptiles, con el mismo tipo de muñeca semirrígida, apenas capaces de volar y en el segundo dedo presentan una pequeña garra que recuerda a la de los velocirraptores. Se trata de Cariama cristata que recibe diversos nombres según el país: socori o chuña patas rojas, seriema, etc. La garra del segundo dedo la utiliza para arrancar trozos de la presa en trozos más pequeños antes de tragarselos; es decir, no es para cazar aunque la puede alzar del suelo y la usa para comer. Su dieta preferentemente son grandes insectos, arañas, pequeños mamíferos, reptiles, huevos y pollos de otras aves, etc. apenas ingieren vegetales. Viven en Paraguay, Bolivia, Argentina, Brasil y Uruguay.
Además de esta especie hay otra de la misma familia cariamidae, la chuña de patas negras, Chunga burmeisteri de color gris y aspecto menos llamativo, pero con las mismas costumbres corredoras y depredadoras. Forman bandadas, se encaraman a las ramas de los árboles dando grandes saltos, pero lo más normal es que camine por el suelo buscando alimento.
Quien sabe, después de conocer a estas aves, no resulta tan obvio que los velocirraptores usasen su garra para cazar, ahí la controversia continúa.
Un saludo
Referencias:
- Wikipedia
Nota:
Esta entrada participa en el XVII Carnaval de biología que se aloja en el blog "Pero esa es otra historia...".
lunes, 15 de octubre de 2012
La garra de unos poderosos depredadores.
Etiquetas:
Carnaval,
Paleontología,
Zoología
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Tengo mi conocimiento de la ornitofauna sudamericana un tanto olvidado. Recuerdo en Bolivia, un pájaro parecido, Chauna torquata, ... ¿Está emparentado con los Cariamidae?. Creo recordar que filogenéticamente tenía parentesco con las anátidas.
ResponderEliminarHola Juan José
EliminarTienen un aspecto general bastante parecido y un área de distribución similar que pueden inducir a confusión, pero al contrario que el Socori son vegetarianos, tienen espolones en las alas y vuelan bien.
Efectivamente, son anseriformes y no están emparentados con los Cariamidae, que son aves que han conservado algunos rasgos evolutivos arcaicos.
Un saludo
Pensé que se trataba de una entrada de políticos.
ResponderEliminarSobre el velociraptor, es cierto que se crearon expectativas demasiado extravagantes sobre sus mortales uñas. Se decía que servían para rasgar el cuerpo de sus presas pero, con pruebas mecánicas se comprobó que era imposible, tan sólo se llegaba a clavar fijamente en la carne de un (creo que tocino), que fue lo que utilizaron de prueba experimental. Supongo que la piel del resto de dinosaurios sería mucho más dura. Había otras hipótesis más creíbles como, la utilidad de las mismas para escalar hasta la garganta de presas mayores que ellos, pues se pensaba que podían actuar como cazadores gregarios y bien organizados como los licaones. En fin, hipótesis y más hipótesis es lo que nos queda de los restos fósiles. Los paleontólogos tienen mucho trabajo pero, un trabajo fascinante donde los haya.
Saludos Pedro.
Hola Javier
ResponderEliminarAlgunos defienden que sería para ayudarse a la hora de subir a los árboles, en fin como comentas se trata de hipótesis con las que tienen que trabajar los paleontólogos de vertebrados.
Un saludo
Fascinante mirada hacia atrás. Impresiona imaginar un continente dominado por esas aves depredadoras. Y en cuanto a las garras parece que aún queda mucho por rascar a los paleontólogos en los sedimentos del pasado vital.
ResponderEliminarSaludos, Pedro.
Hola Fco. Javier
EliminarSólo pensar que hace algunos millones de años los grandes depredadores de América del sur eran aves de más de 2 m. de altura provoca algunos escalofríos, pero bueno eran otros tiempos. Eso sí el tema da que pensar sobre cómo llegan ciertos grupos animales a posicionarse en la cúspide de las pirámides tróficas.
Un saludo
En el Museo de Ciencias hay un ejemplar de Cariama naturalizado y también un Chajá (Chauna), dos dos me han llamado mucho la atención siempre.
ResponderEliminarEn una exposición sobre mitologías de los dinosaurios (que ahora está en Faunia) pusimos una recreación del Velociraptor de la película Parque Jurásico y otra del aspecto que ahora dicen que debió tener. Esta última, emplumada, la trajimos de vuelta y se encuentra en la exposición sobre fósiles del ala de Gelología. La verdad es que no asusta mucho, aunque quien sabe el tipo de fiera que pudo ser.
Saludos
Hola Jesús
EliminarEsas dos aves son tremendas, y los velociraptores debían serlo mucho más, pero por temas comerciales en Hollywood les quitan las plumas ya que la gente asocia aves a animales inofensivos (salvo las rapaces) y reptiles a animales peligrosos (salvo las tortugas), y claro un terrible reptil emplumado no encaja con estos estereotipos.
Un saludo