A veces, las cosas son más complicadas de lo que parecen y es preciso recabar más información para comprender mejor lo observado. Por ejemplo, viendo esta foto tomada en el parque Nacional de Nahuelbuta (Chile) en principio, sólo parece que estemos ante un verde arbusto con sus bonitas flores de color naranja, cubierto por los talos de un gran liquen que se extiende formando una maraña, a modo de red, que prácticamente cubre casi toda la planta dando la
impresión de que podría dificultarle incluso la fotosíntesis. Esta función, en el denso bosque mixto de araucarias y coigües que cubre la cordillera de Nahuelbuta, es particularmente importante. Aquí al contrario de lo que sucede en otros lugares, el micobionte (hongo) para triunfar en este ambiente debe esforzarse especialmente en que el fotosimbionte (alga) realice la fotosíntesis disfrutando de la mayor cantidad posible de horas de luz. Una posición privilegiada en la lucha por ese recurso fundamental, en un bosque tan peculiar como este, se logra situándose en las zonas más expuestas a la luz solar. A los árboles, este liquen epífito, la barba de viejo, Protousnea poeppigii les causa un pequeño contratiempo durante su juventud cubriéndolos con una especie de telaraña, pero luego, a medida que medran, el pequeño liquen sudamericano no presenta ningún problema para los gigantescos árboles de la región que llegan a medir 50m. Al ganar altura los árboles tienen más acceso al sol y el pequeño liquen desaparece de las copas y las ramas más altas.
Usos medicinales
A este liquen, la población indígena de la Araucanía, los mapuches, le llaman "Payun Monguén" y le han encontrado numerosos usos medicinales en el tratamiento de afecciones de garganta y como cicatrizante de heridas. Este uso tradicional ha sido corroborado al descubrirse que tiene ácido úsnico.
Sustancia presente en muchas especies de liquen y con importante función antibiótica, activa frente a Staphylococcus aureus, Enterococcus faecalis, Enterococcus faecium y algunas especies anaeróbicas de los géneros Bacteroides y Clostridium.
Quintral amarillo
En este bosque relicto los arbustos que viven en el sotobosque tienen que vérselas con el resto de seres vivos que pululan a los pies de los gigantes y tienen que adaptarse si o si como llevan haciendo desde hace millones de años en este islote de paleodiversidad. Pues bien, las adaptaciones evolutivas que ha logrado el quintral amarillo, Desmaria mutabilis de la foto han sido curiosas como denota su biología. Ha debido adaptarse a las peculiares condiciones ecológicas que reinan en estos bosques que en cierto sentido parecen sacados de la era de los dinosaurios.
Florece durante los meses de diciembre y enero. El nombre de quintral amarillo precisamente se refiere al color de la inflorescencia, formada por numerosas flores tubulares normalmente amarillas, aunque el naranja es muy frecuente también. Se clasifica en el género Desmaria que es monotípico, esto denota que estamos ante una planta especial, al tratarse de un género formado por una única especie por lo que difiere bastante de las parientes más próximas en el proceso evolutivo, el resto de especies encuadradas en la familia de las lorantáceas compuesta fundamentalmente por arbustos parásitos o epífitos. Por supuesto, estamos ante otro de los numerosos endemismos chilenos, siendo este especialmente difícil de encontrar fuera del país porque, atendiendo a la clasificación de Raunkiaer, es un hemiparásito; es decir, vive sobre otra planta de la que toma substancias, pero resulta que muestra preferencia por parasitar plantas gigantescas, árboles propios del sur del hemisferio austral difíciles de encontrar fuera y pertenecientes al género Nothofagus. Muestra predilección por los robles, N. obliqua (este roble no tiene nada que ver con las especies boreales del género Quercus) y los coigüés, N. dombeyi a los que se une por el tronco.
Finalmente, se nota que tras una sencilla foto se puede esconder una compleja relación. Qué complicada puede ser la vida ¿no?.
Un saludo
martes, 28 de enero de 2014
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Muy interesante. Me ha gustado.
ResponderEliminarHola Juan José
EliminarMe alegro de que te haya gustado, y más sabiendo que eres un experto en líquenes.
Un saludo
Muy bonita la relación. Una más de las muestras de lo importante que es conservar la biodiversidad aunque solo sea por egoístas razones médicas
ResponderEliminarHola Jesús
EliminarTienes razón a veces la salud es uno de los argumentos que más sensibilizan a casi todo el mundo a la hora de justificar la protección del medio ambiente.
Un saludo
Hay abrazos que matan, no sé si será el caso de la hiedra que trepa por los troncos de los árboles, veo muchos árboles secos pero, no sé si hay alguna relación.
ResponderEliminarCon lo parados que son los vegetales y el movimiento que les has dado con la entrada. Muy elocuente.
Saludos
Hola Javier
EliminarLas hiedras dan esa sensación a veces porque se las ve crecer sobre soportes que son árboles secos, pero en realidad ellas no han contribuido a dañar el árbol, lo que ocurre es que son plantas bastante longevas y lo mismo crecen sobre troncos secos que vivos y a veces coincide que se muere antes el árbol (o que ya estaba medio muerto cuando empezó a "abrazarle").
Un saludo
Bosques llenos de misterio y belleza. El mundo austral es un paraíso de biodiversidad.
ResponderEliminarSaludos, Pedro.
Hola Fco Javier
EliminarLa verdad que si, tienen un encanto especial. A mí todos los bosques me encantan, cada uno con sus peculiaridades, pero estos supongo que por las araucarias tienen algo diferente.
Un saludo